11 abril 2007
Violinista en el metro
A estas alturas seguro que todos habéis oído hablar del famoso violinista, Joshua Bell, tocando en el metro sin que nadie le hiciese mucho caso. Creo que primero lo leí en La Maldición de Sísifo y después en otros muchos blogs.
El estudio resulta interesante pero si se quiere sacar algo más que un titular de prensa, habría que probar a distintas horas, en distintos sitios, con distintos tipos de música... Existen demasiados factores externos que no han sido considerados.
Para empezar, la música clásica es muy minoritaria. Hay muy poca gente que la entienda y la disfrute de verdad. Estoy convencido de que entre la gente que llena las representaciones de Joshua Bell muchos están sólo por snobismo. Si la entrada costase $5 en vez de $100, la mitad no irían.
En cualquier caso, lo que ya está más que demostrado, es que nuestro cerebro establece filtros a la información que recibimos. Nuestra capacidad es limitada, así que nuestro cerebro tiene que decidir en cada momento qué es importante y merece nuestra atención. Cuantos más estímulos recibimos, más tiene que filtrar nuestro cerebro. Eso se traduce en prestar atención a lo diferente y, seguramente, un violinista en el metro de Washington no es nada nuevo. Esto es algo que los publicistas conocen de sobra, y con lo que tienen que tratar a diario. Seth Godin habla de ello en su libro Purple Cow. Los que habléis inglés, no os perdáis su charla All Marketers Are Liars en Google.
Actualización. 14/04/07. Seth Godin ha escrito sobre el tema: I'd ignore him too. Traduzco algunos párrafos:
El estudio resulta interesante pero si se quiere sacar algo más que un titular de prensa, habría que probar a distintas horas, en distintos sitios, con distintos tipos de música... Existen demasiados factores externos que no han sido considerados.
Para empezar, la música clásica es muy minoritaria. Hay muy poca gente que la entienda y la disfrute de verdad. Estoy convencido de que entre la gente que llena las representaciones de Joshua Bell muchos están sólo por snobismo. Si la entrada costase $5 en vez de $100, la mitad no irían.
En cualquier caso, lo que ya está más que demostrado, es que nuestro cerebro establece filtros a la información que recibimos. Nuestra capacidad es limitada, así que nuestro cerebro tiene que decidir en cada momento qué es importante y merece nuestra atención. Cuantos más estímulos recibimos, más tiene que filtrar nuestro cerebro. Eso se traduce en prestar atención a lo diferente y, seguramente, un violinista en el metro de Washington no es nada nuevo. Esto es algo que los publicistas conocen de sobra, y con lo que tienen que tratar a diario. Seth Godin habla de ello en su libro Purple Cow. Los que habléis inglés, no os perdáis su charla All Marketers Are Liars en Google.
Actualización. 14/04/07. Seth Godin ha escrito sobre el tema: I'd ignore him too. Traduzco algunos párrafos:
Si tu visión del mundo es que la música en el metro no merece tu tiempo, no vas a darte cuenta cuando la música es mejor de lo habitual (o cuando un violinista famoso está tocando). No encaja con la historia que te cuentas a ti mismo, así que lo ignoras.
Entonces por qué tanta atención. Respuesta: Creo que es porque la gente se da cuenta de que si hubiera estado allí, habrían hecho lo mismo. Y eso nos molesta.
Nos molesta estar tan desbordados por el ajetreo de nuestras vidas que hemos creado una visión del mundo que nos obliga a ignorar el mundo exterior, la mayor parte del tiempo, incluso si sufrimos por ello. Me hace sentir más pequeño, saber que algo tan bello fue ignorado porque los vendedores entre nosotros han creado tanto ruido y tan poca confianza.
No creo que la respuesta sea gritar más fuerte. En cambio, creo que tenemos una oportunidad de crear belleza y genio y entendimiento y oferta en formas que preparen a la gente para quizás, y sólo quizás, ampliar esa visión del mundo y empezar la confianza.
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2 comentarios:
Sobre la indiferencia de la belleza... Siempre resultan divertidos los experimentos torpes y excesivos, debidamente rodeados del celofán brillante de un medio de comunicación que pretenden sentar cátedra como los viejos profetas que te castigaban con el averno, con las pestes o con el pack completo. Y bueno esta pruebilla, apuesta y salchicha mediática con salsa best seller es algo así.
Independientemente de que un stradivarius en el metro suena como un violín barato, esto es, como el freno del suburbano, con una acústica que forma parte del infierno (sección especializada para melómanos), y que el espectador medio suele estar embutido en su ipoz y por lo tanto no escucha ni sus pensamientos, es un chorroidiotez dictaminar sobre la belleza en condiciones tan hostiles. De hecho, es como si colocas a Barceló con unas tizas de colores pintando una crucifixión en el suelo de la zona de copas bakalao de cualquier extrarradio a la hora exacta en que los gatos son todos pardos.
La belleza no tiene porqué estar encerrada en un stradivarius y ser ofrecida por un operario técnicamente dotado. Puede, y en las circunstancias de guasintón es casi que no, ofrecer una función muy interesante, técnicamente casi perfecta pero la belleza no tiene porqué estar ahí, no al alcance "automático" de Joshua, y no al alcance de este montaje. El duende es así.
En realidad el titular es: el experto Leonard Slatkin pierde una apuesta absurda sobre la recaudación que haría un músico de prestigio tocando un stradivarius en el ambiente poco apropiado del metro de Washington.
¿la belleza? pffff
PD. Acuérdense de los experimentos bansky que coloca piezas falsas en los museos que la peña contempla sin percibirse del fiasco.
http://www.banksy.co.uk
Por jorfasan. Fecha y hora: 20/4/07 21:16
Gracias por comentar, punto final.
Por Anónimo. Fecha y hora: 21/4/07 23:57
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