15 agosto 2006
Visitando Baviera - Día 2
Esta entrada es la continuación de Visitando Baviera - Día 1.
El sábado, Josef e Ingrid me llevaron a Erlangen. Aunque allí hay una importante universidad, la razón de la visita era conocer una de las dos centrales de Siemens, la otra está en Múnich. De los poco más de 100.000 habitantes de esta ciudad, unos 30.000 trabajan para Siemens. Es realmente increíble la cantidad y el tamaño de los edificios que tiene allí la compañía.
Después de una visita rápida en coche a Erlangen, nos dirigimos a Núremberg (fotos). Una de las primeras cosas que se ven cuando se entra en la ciudad es Schöller, una fábrica de helados que actualmente pertenece a Nestlé. En esta fábrica venden un dulce típico de Núremberg, los Lebkuchen. Si se desea, se puede comprar empaquetado en unas cajas ricamente decoradas.
La siguiente parada fue en la parte antigua de Núremberg, dentro de la muralla. En realidad, Núremberg fue destruida por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que casi todo lo que hay dentro de la muralla es relativamente moderno, sin embargo, han intentado conseguir mantener el mismo aspecto que tenía antes de la guerra.
Allí descubrimos que varias calles y la plaza principal estaba ocupadas para la celebración del Red Bull District Ride 2006 (fotos), una competición de “mountain bike” estilo libre realmente espectacular.
En Núremberg está la casa de Alberto Durero, un famoso pintor del que yo no había oído hablar nunca. A Ingrid le costó creérselo, pero me temo que mi cultura pictórica es eminentemente nacional.
En el antiguo castillo (foto) visitamos el Tiefer Brunnen, un pozo realmente profundo que excavaron para poder llegar al agua del río desde el castillo y que se encuentra dentro de una construcción de piedra y madera (foto). Lo siguiente que hicimos fue subir a Sinwellturm (foto), una torre desde la que se puede divisar todo Núremberg, gracias a la prácticamente total ausencia de edificios altos en la ciudad.
Desde el castillo nos dirigimos a la prisión subterránea (foto), que se encuentra debajo del antiguo ayuntamiento. En ella se exhiben numerosos instrumentos de tortura que la inquisición introdujo en Alemania a partir del siglo XIV.
Entre una cosa y otra se había hecho bastante tarde, así que mientras íbamos dando un paseo por la zona más comercial de la ciudad, Josef y yo comimos un par de bocadillos de Nürnberger Rostbratwurst, una salchicha pequeña típica de la ciudad y que se puede encontrar fácilmente en los puestos callejeros. Ingrid, optó por algo bastante más sano, una ensalada de frutas.
Pasamos por la plaza principal, donde está la fuente Schöner Brunnen (foto), en la que un forjador consiguió meter un anillo dorado (foto) dentro de una verja sin aparente soldadura por ninguna parte. Dicen que hacerlo girar da buena suerte, supongo que por eso está tan brillante.
Aprovechando que empezaba a llover nos metimos en una cafetería, donde descubrí el Eiskaffee (foto). Si alguno se anima a hacerlo en casa, la receta es sencilla: se prepara café, se mezcla con azúcar al gusto, se deja enfriar, se mete en la nevera, se saca ya frío, se añade helado de vainilla y se completa con nata. Mucho más espectacular que el café con hielo (foto) patrio.
En esta cafetería también descubrí que en Alemania (o quizás sólo en Baviera, no estoy seguro) es habitual, cuando no quedan mesas vacías en una cafetería, preguntar a los que se sientan en las mesas que no están del todo ocupadas, si les importa compartir mesa. Un detalle que me pareció curioso, y que supongo sirve para conocer gente.
De Núremberg, salimos hacia Rothenburg, un pueblo muy turístico. Al parecer en Franconia celebran la Navidad con gran pasión, y en Rothenburg hay una inmensa tienda navideña llamada Käthe Wohlfahrt que abre todo el año. En ella se puede encontrar todo lo imaginable para celebrar la Navidad. Me temo que no comparto el entusiasmo de Ingrid por esta celebración, pero debo reconocer que la tienda es espectacular.
Por supuesto, visitamos el cruce de calles más famoso de Rothenburg (foto), este cruce es la seña de identidad del pueblo en todas las postales. Justo pasando la torre de la calle superior, hay una cervecería en la que paramos a descansar un poco y probar otra especialidad de Franconia: Obatzda, una bola que se obtiene mezclando camembert, cebolla, mantequilla y pimentón. El alimento ideal en cualquier dieta.
Para bajar un poco el chute calórico, empezamos a andar por la muralla (foto) de Rothenburg. Esta muralla rodea todo el pueblo y se puede acceder a ella en distintos puntos. Es posible comprar metros de muralla para tener derecho a poner una placa con el texto que quieras, normalmente tu nombre y apellidos.
Por cierto, en Rothenburg hay un dulce típico, el Schneeball (foto), y por supuesto compramos algunos antes de dejar la ciudad.
Como ya se estaba haciendo tarde paramos a comer en un restaurante bastante agradable que encontramos en la carretera. Allí comí un plato de cerdo asado con knödel. Ingrid me dejó probar los champiñones que suelen acompañar a los knödel que había pedido, y Josef hizo lo propio dejándome catar su leberknödelsuppe (un sopa con una bola preparada con hígado).
Después de cenar volvimos a casa donde les enseñé a jugar a ellos y a sus hijos al ladrón con una baraja española. El objetivo del juego es acumular el máximo de cartas pero lo bueno que tiene es que hasta el último momento no se sabe quién ganará, ya que con la carta adecuada cualquiera se puede llevar todas las que hayas conseguido hasta ese momento.
Y esto es todo lo que pasó el sábado, o al menos todo lo que puedo recordar.
Continúa en Visitando Baviera - Día 3.
El sábado, Josef e Ingrid me llevaron a Erlangen. Aunque allí hay una importante universidad, la razón de la visita era conocer una de las dos centrales de Siemens, la otra está en Múnich. De los poco más de 100.000 habitantes de esta ciudad, unos 30.000 trabajan para Siemens. Es realmente increíble la cantidad y el tamaño de los edificios que tiene allí la compañía.
Después de una visita rápida en coche a Erlangen, nos dirigimos a Núremberg (fotos). Una de las primeras cosas que se ven cuando se entra en la ciudad es Schöller, una fábrica de helados que actualmente pertenece a Nestlé. En esta fábrica venden un dulce típico de Núremberg, los Lebkuchen. Si se desea, se puede comprar empaquetado en unas cajas ricamente decoradas.
La siguiente parada fue en la parte antigua de Núremberg, dentro de la muralla. En realidad, Núremberg fue destruida por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que casi todo lo que hay dentro de la muralla es relativamente moderno, sin embargo, han intentado conseguir mantener el mismo aspecto que tenía antes de la guerra.
Allí descubrimos que varias calles y la plaza principal estaba ocupadas para la celebración del Red Bull District Ride 2006 (fotos), una competición de “mountain bike” estilo libre realmente espectacular.
En Núremberg está la casa de Alberto Durero, un famoso pintor del que yo no había oído hablar nunca. A Ingrid le costó creérselo, pero me temo que mi cultura pictórica es eminentemente nacional.
En el antiguo castillo (foto) visitamos el Tiefer Brunnen, un pozo realmente profundo que excavaron para poder llegar al agua del río desde el castillo y que se encuentra dentro de una construcción de piedra y madera (foto). Lo siguiente que hicimos fue subir a Sinwellturm (foto), una torre desde la que se puede divisar todo Núremberg, gracias a la prácticamente total ausencia de edificios altos en la ciudad.
Desde el castillo nos dirigimos a la prisión subterránea (foto), que se encuentra debajo del antiguo ayuntamiento. En ella se exhiben numerosos instrumentos de tortura que la inquisición introdujo en Alemania a partir del siglo XIV.
Entre una cosa y otra se había hecho bastante tarde, así que mientras íbamos dando un paseo por la zona más comercial de la ciudad, Josef y yo comimos un par de bocadillos de Nürnberger Rostbratwurst, una salchicha pequeña típica de la ciudad y que se puede encontrar fácilmente en los puestos callejeros. Ingrid, optó por algo bastante más sano, una ensalada de frutas.
Pasamos por la plaza principal, donde está la fuente Schöner Brunnen (foto), en la que un forjador consiguió meter un anillo dorado (foto) dentro de una verja sin aparente soldadura por ninguna parte. Dicen que hacerlo girar da buena suerte, supongo que por eso está tan brillante.
Aprovechando que empezaba a llover nos metimos en una cafetería, donde descubrí el Eiskaffee (foto). Si alguno se anima a hacerlo en casa, la receta es sencilla: se prepara café, se mezcla con azúcar al gusto, se deja enfriar, se mete en la nevera, se saca ya frío, se añade helado de vainilla y se completa con nata. Mucho más espectacular que el café con hielo (foto) patrio.
En esta cafetería también descubrí que en Alemania (o quizás sólo en Baviera, no estoy seguro) es habitual, cuando no quedan mesas vacías en una cafetería, preguntar a los que se sientan en las mesas que no están del todo ocupadas, si les importa compartir mesa. Un detalle que me pareció curioso, y que supongo sirve para conocer gente.
De Núremberg, salimos hacia Rothenburg, un pueblo muy turístico. Al parecer en Franconia celebran la Navidad con gran pasión, y en Rothenburg hay una inmensa tienda navideña llamada Käthe Wohlfahrt que abre todo el año. En ella se puede encontrar todo lo imaginable para celebrar la Navidad. Me temo que no comparto el entusiasmo de Ingrid por esta celebración, pero debo reconocer que la tienda es espectacular.
Por supuesto, visitamos el cruce de calles más famoso de Rothenburg (foto), este cruce es la seña de identidad del pueblo en todas las postales. Justo pasando la torre de la calle superior, hay una cervecería en la que paramos a descansar un poco y probar otra especialidad de Franconia: Obatzda, una bola que se obtiene mezclando camembert, cebolla, mantequilla y pimentón. El alimento ideal en cualquier dieta.
Para bajar un poco el chute calórico, empezamos a andar por la muralla (foto) de Rothenburg. Esta muralla rodea todo el pueblo y se puede acceder a ella en distintos puntos. Es posible comprar metros de muralla para tener derecho a poner una placa con el texto que quieras, normalmente tu nombre y apellidos.
Por cierto, en Rothenburg hay un dulce típico, el Schneeball (foto), y por supuesto compramos algunos antes de dejar la ciudad.
Como ya se estaba haciendo tarde paramos a comer en un restaurante bastante agradable que encontramos en la carretera. Allí comí un plato de cerdo asado con knödel. Ingrid me dejó probar los champiñones que suelen acompañar a los knödel que había pedido, y Josef hizo lo propio dejándome catar su leberknödelsuppe (un sopa con una bola preparada con hígado).
Después de cenar volvimos a casa donde les enseñé a jugar a ellos y a sus hijos al ladrón con una baraja española. El objetivo del juego es acumular el máximo de cartas pero lo bueno que tiene es que hasta el último momento no se sabe quién ganará, ya que con la carta adecuada cualquiera se puede llevar todas las que hayas conseguido hasta ese momento.
Y esto es todo lo que pasó el sábado, o al menos todo lo que puedo recordar.
Continúa en Visitando Baviera - Día 3.
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