13 julio 2006
El método Grönholm y la flexibilidad de los principios
El viernes pasado vi en casa de unos amigos la película El método, basada en la obra de teatro El Método Grönholm. Para los que no la hayáis visto, os diré que narra la prueba final de un proceso de selección en una multinacional en la que siete candidatos con personalidades muy diferentes se enfrentan para conseguir un puesto de trabajo. A lo largo de la prueba van mostrando lo peor de sí mismos para conseguir ese puesto. La situación que narra la película es una exageración, pero lo que hay debajo estoy convencido de que podría pasar y pasa. Nuevos argumentos para reforzar mi ya conocida misantropía.
El caso es que el domingo, en Expansión y Empleo, Pilar Cambra escribía A ver esa cintura..., un artículo de opinión sobre la flexibilidad de principios que parecen exigir hoy en día ciertas empresas.
No sé por qué, pero me quedo con la sensación que lo que muestra la película no es más que lo que buscan de nosotros ciertas empresas y ciertos políticos, cintura para tragar con todo, relativismo moral para aceptar que cualquier cosa es buena si se consigue lo que se pretende (ya se sabe, el fin justifica los medios). Y lo más triste es que la gente traga, traga con todo y le parece lo más normal. Lo siento pero yo no trago, yo soy uno de esos idiotas que prefiere recibir un perjuicio personal antes que renunciar a sus principios. ¡Y que sea por muchos años!
El caso es que el domingo, en Expansión y Empleo, Pilar Cambra escribía A ver esa cintura..., un artículo de opinión sobre la flexibilidad de principios que parecen exigir hoy en día ciertas empresas.
Parece como si los tipos que dicen (...) "estos son mis principios y no me muevo un ápice de ellos" sean un auténtico peligro para el éxito y la consecución de beneficios... Parece como si los tipos que practican la ética (...) resultasen anticuados, molestos, un peso muerto en la empresas dinámicas y tal... Alguna empresa, hoy, se pirra por los movimientos estratégicos y, en consecuencia, sienten pavor ante lo que podríamos llamar frenazos estratégicos de algunos de sus componentes: aquellos que se niegan a dejarse zarandear por el viento de las modas o por el huracán que lleva a abdicar de la escala de valores propia... Tales tipos –cabales y honrados, los hubiéramos llamado en otros tiempos; y como tales habrían sido valorados– corren el riesgo de ser arrinconados –o cosas peores– por testarudos (...), por cobardes, por integristas...
Nada, nada: a criar una cinturita de avispa a base de cesiones, de abdicaciones, de traiciones a unos principios, de renunciar a lo que no se acomode "a la situación"... Lo malo es que, al tiempo que nuestra cintura se convierte en un delgado hilo, también iremos criando unas tragaderas como las de un buzón de correos... Un horror ético y estético.
No sé por qué, pero me quedo con la sensación que lo que muestra la película no es más que lo que buscan de nosotros ciertas empresas y ciertos políticos, cintura para tragar con todo, relativismo moral para aceptar que cualquier cosa es buena si se consigue lo que se pretende (ya se sabe, el fin justifica los medios). Y lo más triste es que la gente traga, traga con todo y le parece lo más normal. Lo siento pero yo no trago, yo soy uno de esos idiotas que prefiere recibir un perjuicio personal antes que renunciar a sus principios. ¡Y que sea por muchos años!
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4 comentarios:
Comparto tu impresión sobre esta película, Jaizki. El control que tiene la empresa en todo el proceso de selección es lo que más me llamó la atención, así como el contraste entre la manifestación que se estaba celebrando en la calle y la sala en la que se celebraba la entrevista, donde observaban a la multitud desde las alturas, simbolizando una superioridad moral. ¿Será esta una de las razones iniciales del ser humano de construir hacia arriba? Por supuesto a medida que se iban desarrollando los acontecimientos se iba demostrando que solo el que era más visceral conseguía pasar de fase.
Soy un firme partidario de la competitividad, es necesaria e inevitable, y en su justa medida puede ser muy beneficiosa para nuestro desarrollo, pero en el caso de los personajes de esta pelicula la llevan a unos límites inaceptables para mí. Como si de una bajada a los infiernos se tratara, van renunciando a parte de sí mismos a medida que van quedando menos.
No dudo que hay gente que estaría dispuesta a hacer lo mismo, pero en esos casos es mejor plantearse si realmente merece la pena renunciar a parte de tí mismo por tomar parte de una empresa, partido o asociación. Agradezco a la vida que me haya dado un buen estomago que me dice cuando estoy poniendo en peligro lo que soy...
Por Anónimo. Fecha y hora: 17/7/06 12:45
Gracias por comentar, Alfonso.
Por ejemplo, la construcción hacia arriba de la Torre de Babel era una demostración del poder del hombre para ponerse a la altura de Dios. En el fondo, creo que las alturas siguen siendo para demostrar poder.
El tema de los límites -lo que es aceptable para cada ser humano- es increiblemente variable, sobre todo cuando hay un ente externo que justifica tus acciones al "obligarte". Sólo hay que ver el Experimento de Milgram.
Supongo que enfrentado directamente a una situación extrema, casi cualquiera se echaría para atrás. Pero si se va avanzando paso a paso, haciendo pequeñas renuncias, considerando que por un poquito más no pasa nada, es increíble hasta donde puede llegar un ser humano.
Por Anónimo. Fecha y hora: 19/7/06 20:20
Gran película. Yo también la referencié y escribí sobre ella.
Comparto 100% tus argumentos: me considero una persona honesta, íntegra y éticamente responsable. Pero una duda que me asalta es si en una situación de tensión seguiré manteniendo mis principios hasta el final, por encima de otros intereses. De momento no se ha dado el caso...
Lo cierto es que la peli muestra con toda crudeza la falta de escrúpulos, el "todo vale" para alcanzar tu objetivo. Y es el que el fin casi nunca justifica los medios...
Por Alfonso Romay. Fecha y hora: 7/8/06 12:25
Tochismochis, supongo que nadie puede estar seguro de lo que haría en una situación límite. Sin embargo, creo que las pequeñas decisiones que tomamos cada día y en las que anteponemos la ética al propio beneficio o viceversa, son seguramente un buen indicador de lo que haríamos en casos más complejos.
Por Anónimo. Fecha y hora: 8/8/06 20:54
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